Porque con el consumo de proximidad, entre vecinos, nos beneficiamos todos. Porque la vida, más que precio, es honra y dignidad. Porque si quieres terminar ganando, primero tienes que salir de casa, saludar y comprar.

Debajo de casa, en la tienda de «Rosa», la de la esquina, o en el Bar de «Lorenzo», el de la Plaza. Porque «Paquita» siempre te dirá gracias al salir y «Pepe» siempre guardará para ti lo mejor de su cocina. 

Deja el ratón, abandona la pantalla, haz que las amazonas se queden en leyenda y Oriente se pierda en un cruce de caminos. 

Y si quieres gastar, con cabeza, con responsabilidad y sin prejuicios, hazlo en tu comunidad. Esa que te arropa en los momentos difíciles, esa que ríe tu entusiasmo y baila tus alegrías. 

Porque el consumo local genera felicidad, y ayuda al bienestar. Porque ellos, haya —o no— virus y ponzoñas, siempre han estado ahí, con los brazos abiertos, a tu disposición.

Por eso, y por el futuro de los tuyos,

compra local, si quieres prosperar.